Asaltando la página en blanco

¿Cómo vencer el momento de duda en el que toca escribir la primera palabra?

Queremos contar nuestra historia. Puede que tengamos frases sueltas que construyan un par de escenas. Pero nos falta la línea de inicio, el tobogán cuya obligación es conducir al lector al corazón del texto: engancharlo. Hay que dar el mazazo. Ser contundentes.

La primera línea, el primer párrafo, es un desafío que va más allá del bloqueo de la página en blanco. Vivimos en un sector editorial bombardeado por centenares de nuevos libros, sin entrar ya en los relatos que se publican en plataformas como Wattpad. El compromiso que el lector establece con el texto es mucho mayor que el que pueda observarse en otras disciplinas creativas. El cine, el videojuego, la música, la pintura; el libro, en cambio, requiere un pacto de fielidad intelectual muy grande. Y en cuanto el lector no se ve recompensado, las probabilidades de que la obra termine abandonada son gigantescas.

Así que esa primera línea o primer párrafo de la página en blanco tiene una doble función: arrancar la historia de un modo que nos satisfaga y ser el caballo de Troya en el cual meter todas nuestras ideas sin quedarnos al otro lado de la muralla.

Billy Wilder tenía una máxima al respecto: «Un actor entra por la puerta y no tienes nada. Pero si entra por la ventana, ya tienes una situación».

Esto significa que de todos los estados emocionales por los que vas a pasar a lo largo del proceso creativo, el comienzo debería ser el más sesudo e intencional. Ya habrá tiempo para soltarse, pero si queremos que nos escuchen tenemos que preparar muy bien la primera parte del mensaje.

Tenemos que llamar la atención como sea (y respecto a esto: ¡únete a mi taller literario para más consejos como este!).

Ten en cuenta que editores, jueces de certámenes literarios y el océano de lectores que hay en la red, tienen poco tiempo, probablemente no te conozcan, y no saben nada de lo que están leyendo, más que lo que tú mismo les puedas ofrecer. De modo que tienes que convencer; meter el pie en la puerta con una primera frase fuerte y meterte hasta la cocina.

El estado emocional con el cual se escribe influye. En ocasiones escribimos eufóricos, deprimidos, etcétera. Aunque está genial sentarse todos los días a escribir, hay que pensar si el estado de ánimo acompaña lo que queremos contar. No es una gran barrera, pero conviene tenerla en cuenta, porque, sobre todo al principio, la planificación y el método (la estructura por detrás) tienen que estar por encima de la catarsis creativa.

Si quieres saber más sobre cómo asaltar la página en blanco, puedes escucharme en los programas especiales para mecenas en el Vuelo del Cometa, o unirte al taller literario de mi Patreon.

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