Vicky era la prostituta serbia de la que estaba enamorado Octavio.
Seguía teniendo veinte años cuando Octavio acudió a ella la noche que mató a su mujer. Ella siempre sabía aparentar esa mezcla de picardía y madurez que a él tanto le atraía. Pero esa noche, notó que la verdadera intención de Octavio no era acostarse con ella. Lo que le pidió esa vez fue que le consiguiera cuatrocientos euros de cocaína. Ella, extrañada por la petición, accedió a conseguirle lo que le pedía. Quince minutos después Octavio esnifaba una papelina tras otra, sin ningún tipo de control, hasta acabar con su vida.
Días después de haber ayudado involuntariamente a que Octavio se suicidara, Vicky fue encontrada muerta en el suelo de su habitación. Estaba desmadejada y con un grado de aberración tal que sugería descoyuntamientos múltiples. Parecía que había sido poseída por alguna entidad maligna.
En las paredes de la habitación había frases escritas con pintalabios rojo:
«Contemplad mis restos»
«Soy la artífice del Peregrino»
«Seré sacerdotisa de Cárcava»
«Mientras rompa mis huesos, mientras muerda mi lengua»
«la Parroquia se revuelve…»
«Extirpadle la Corona Radiata. ¡Despertad al Peregrino!»
Y en su pecho lucía tajeada la siguiente inscripción:
«Aquí yace el Peregrino, el Irredimible, el Nunca Querido, el nombre que el Vicario exige: el menor sacrificio».
2 comentarios sobre “Vicky”