Este grimorio es uno de los cuarenta y siete tomos de poder que engordan el saber del Acervo.
Fue escrito por un místico copto desconocido en el siglo XVI. En sus hojas se narra el testimonio de una entidad descomunal que rondaba los desiertos de Siria en los años en los Toro de Acre viajó como cruzado a los Santos Lugares.
No está precisado el año concreto de los acontecimientos, pero los investigadores tienden a situarlos, no sin ciertas dudas, próximos al desenlace de la cruzada campesina de Pedro el Ermitaño. El testimonio, repleto de alegorías, habla de la guerra que libraron dos de los reyes más inconmensurables de la Parroquia; habla del enfrentamiento, en la panza del abismo, entre el Aherrojado y el Vicario.
La guerra entre estas dos entidades hizo que, tras algunas escaramuzas que no condujeron a ningún resultado decisivo, el Aherrojado depusiera las armas y lanzara una proclama contra el Vicario, para que se oyera en cada rincón de la Parroquia. En la proclama cuestionaba el poder del Vicario, no sólo como guardián del Libro de los Nombres, sino también como adversario. La oratoria del Aherrojado envalentonó a los numerosos enemigos del Vicario, que intentaron, sin éxito, acabar lo que el orador empezó. El Vicario desapareció y durante tres noches de silencio y expectación, la entrada desde la superficie a la Parroquia quedó a merced de las entidades menores de la periferia; nadie sabía dónde se refugiaba el Vicario. A la cuarta noche, la Parroquia misma selló sus accesos al exterior.
El Vicario se había marchado a los mataderos de Asia Menor a demostrar el alcance de su influencia. Quería manifestar su poder desde el corazón mismo de la barbarie; acudió donde la matanza de las cruzadas era más cruel y sanguinaria. Y allí se encontró con Toro de Acre.
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