Serafines

Los Serafines son los rectificadores del Universo.

Carecen de inteligencia, son necios, no actúan con la libertad de un ser consciente, sino que su voluntad está sujeta a los engranajes de la misma Naturaleza; son su sistema inmune.

Su apariencia ha ido cambiando a lo largo de la historia. Hubo un tiempo que eligieron forma antropomórfica, quizá por amor a la inocencia del hombre primitivo. Medían cuatro metros de altura y estaban hechos de una bruma que relampagueaba como si en sus entrañas centellearan una pléyade de cortocircuitos. Tan sólo parecían tangibles sus cuernos de tauro, desproporcionadamente grandes en relación a sus cabezas. Carecían de rostros. Eran todo cosmos. Y portaban largas trompetas doradas capaces de concentrar una inconmensurable cantidad de energía. Por aquel entonces, los serafines aún no habían renegado del antropomorfismo del hombre.

Pero renegaron de la forma del ser humano. Hoy son descomunales toros blancos, majestuosos uros albinos de envergadura descomunal. Tienen los ojos rojos, impregnados de violencia, de imprevisibilidad… de la intensidad exterminadora de una explosión solar. Cuando alzan sus pezuñas delanteras, y pisan con fuerza, el suelo trepida como si una legión de trenes subterráneos discurriese por debajo. Cuando agitan sus cabezas desatan una fugaz llamarada de resplandores provocados por el lustre de sus cuernos.

El poder de un Serafín es inconmensurable. La magnitud de su fuerza es digna de una estrella lanzada desde la otra punta de la galaxia a una velocidad formidable, y que al estrellarse lo sume todo en una blancura de disolución. Pueden arrasar con la realidad, e incluso, reiniciar la Creación a cero.

Representan la obliteración de la mácula. La erradicación del código incoherente que bloquea el sistema. Son depuradores inexpresivos y, sin embargo, extasiados con su misión. Son fanáticos que no atienden a negociaciones. Rabiosos y solares.

Son pura y esquizofrénica luz con el único fin de exterminar todo lo que altere el equilibrio del Universo.